Al proponer situaciones de escritura y lectura de números, el tipo de números propuestos
dependerá del rango numérico que se esté trabajando en particular.
En situaciones grupales es posible presentar la opción de leer o escribir números de
mayor cantidad de cifras de las que se estén trabajando en particular para ayudar a
sistematizar algunas regularidades, sin el objetivo, en ese momento, de asegurar el
dominio de la lectura y escritura por parte de los niños. Por ejemplo, en un grado se
puede estar trabajando específicamente con números de 5 o 6 cifras para sistematizar
su lectura y escritura, y, sin embargo, proponer otras situaciones de discusión sobre
números mayores como:
si este (31.000.000) es treinta y un millones, cómo se escribirá
el treinta y un millones cuatrocientos, con la intención de reparar en información que
da la numeración oral para la escritura y las regularidades con respecto a la cantidad
de cifras. En este caso, se podría analizar que como el nombre de ambos números empieza
igual, su escritura también, o sea comenzará con “31”, y por otro lado, ambos
deberán tener ocho cifras.
En el documento
Progresiones de los aprendizajes. Primer ciclo. Matemática se señala que
la correspondencia entre el nombre de los números y su escritura no es directa: a partir
del nombre no se puede deducir directamente la escritura ni viceversa. Esta falta de
correspondencia entre ambos tipos de representación da lugar a ciertos errores que los
niños producen. No es tarea fácil para un niño descubrir qué es lo que está oculto en
la numeración hablada y qué es lo que está oculto en la numeración escrita, se hace
necesario reconocer cuáles son las informaciones provistas por la numeración hablada
que resulta pertinente aplicar a la numeración escrita y cuáles no (por ejemplo, en el
nombre de los números no se observa explícitamente el o los ceros que puede incluir
su escritura, el nombre del número explicita la potencia de la base que no se escribe
pues está implícita en la posición de cada cifra, en la escritura se usan puntos que no
tienen referencia en la numeración oral, etcétera). Es importante tener en cuenta que,
en segundo ciclo, al avanzar hacia números mayores, esta relación entre el nombre y la
escritura se complejiza:
- En los números de hasta 4 cifras, a cada una de las potencias de diez le corresponde un
nuevo nombre: (diez), (cien), (mil). Lo mismo ocurre con (millón).
Pero no sucede esto con los nombres que corresponden a: (diez mil), (cien mil),
(diez millones), (cien millones), etcétera. Esas potencias no tienen nuevos nombres,
sino una conjunción de dos nombres de potencias menores. Esto provoca que, en
algunos casos, al nombrar un número se mencione una potencia de diez menor antes
que otra mayor: cuatro mil millones. También puede suceder que se repita el nombre
de una potencia de diez en el mismo número: diez millones cien mil cien. Ninguna de
estas dos situaciones se produce con los números de hasta cuatro cifras, en los que las
potencias de diez se nombran siempre de mayor a menor y se mencionan una sola vez
al decir un número: mil cuatrocientos ochenta.
- Los puntos no tienen referencia en la lengua oral, pero ayudan a interpretar escrituras
numéricas. Los niños suelen producir sus propias interpretaciones del uso y función
de los puntos en la escritura de los números.
Teniendo en cuenta lo señalado, es posible que al leer números el niño:
- Genere nombres no convencionales, en particular en números que tienen puntos en
su escritura. Por ejemplo, a 3.147.456 lo lee como “tres mil ciento cuarenta y siete mil
cuatrocientos cincuenta y seis”.
- Cambie el rango al que pertenecen. Por ejemplo, a 103.024 lo lee como “diez mil
trescientos veinticuatro”.
- Asigne a cada punto un nombre de una potencia cada vez mayor. Por ejemplo: a
1.234.340.230 lo lee como “un billón, doscientos treinta y cuatro millones trescientos
cuarenta mil doscientos treinta”.
A la vez, es posible que al escribir números:
- Produzca escrituras que reflejan todo lo que se enuncia en la emisión oral. Por ejemplo,
para 3.058 y 2.080, un alumno escribe:
- Produzca escrituras en el rango de los “miles” o “millones” omitiendo los ceros intermedios.
Por ejemplo: un alumno escribe “18.14” para dieciocho mil catorce.
Como se puede observar en los ejemplos que siguen, a la hora de escribir números los
niños pueden producir escrituras convencionales en algunos casos, incluso en números
mayores y en otros, aunque sean menores, no. La cantidad de cifras no es necesariamente
lo que hace que un número resulte más complejo de leer o escribir que otro. En ese sentido,
la presencia de ceros intermedios o si se trata de números redondos o no, son variables
centrales a tener en cuenta.
Por ejemplo, Milagros, de 4º grado, escribe:
Frente a esta escritura, la docente le pregunta si es posible que dos números diferentes
(haciendo referencia al
dos mil ocho y al
doscientos ocho) puedan escribirse de la misma
manera. Milagros responde que no están iguales esas escrituras, pues una tiene el punto
(2.08) y la otra no
(208).
Ella, como Franco en el ejemplo siguiente, pueden escribir convencionalmente números
redondos de cuatro o cinco cifras o números de cuatro o cinco cifras sin ceros intermedios,
pero producen errores en números que incluyen ceros intermedios y le asignan al punto el
valor de “mil”, sin tener en cuenta la cantidad de cifras.
En ambos casos, el docente puede hacer referencia a la escritura y el nombre de los números
redondos como apoyo para revisar esas escrituras que resultaron erróneas. Por ejemplo:
Si el nueve mil se escribe así (9.000) con cuatro cifras, ¿cuántas cifras tendrá el nueve mil cinco? ¿Puede
ser que tenga solo dos cifras?; si este es el cuarenta y cinco mil (45.000), ¿cómo será el cuarenta
y siete mil? ¿Puede ser que tenga solo dos cifras? ¿Menos cifras que el cinco mil setecientos treinta
y nueve que escribiste arriba? Restituir el nombre y la escritura correcta de los números
redondos y hacer referencia a la cantidad de cifras es una ayuda muy importante para que
los niños puedan controlar sus propias escrituras. En ambos casos también, la explicitación
de que el punto no alcanza para que un número sea “de los miles” y que lo central es
la cantidad de cifras, puede permitir que el niño revise sus escrituras.
Algunas intervenciones que un maestro puede realizar para ayudar a un niño en particular
a escribir o leer números son:
- Remitir a carteles informativos que estén pegados en las paredes del aula o en las
carpetas (resultan esenciales para que los alumnos recuperen discusiones anteriores).
- Pedirle al niño que anticipe, antes de escribir, la cantidad de cifras que deberá tener
un número determinado. Por ejemplo: hacerlo notar que, si el doscientos cuarenta
mil quinientos es de los cien miles, entonces tendrá 6 cifras.
- Proveer el nombre correcto de un número y su escritura, para que sirva de apoyo para
la escritura de otro. Por ejemplo: Este número (20.020) es el veinte mil veinte, ¿cómo se
llamará este número (20.040)?
Como intervención general en situaciones grupales puede resultar pertinente proponer
la reflexión en torno a las relaciones entre la numeración oral y la numeración escrita. Es
importante sistematizar las conclusiones que se deriven de esas discusiones en carteles
para el aula y para los cuadernos a los que poder referir luego en todos los casos en los
que sea necesario.
Por ejemplo, dejar registro sobre:
- La escritura y el nombre de los números redondos que corresponden al rango numérico
que se está trabajando. Por ejemplo:
- El apoyo que ofrecen los números redondos para escribir otros:
- Las regularidades referidas a la cantidad de cifras de cada orden:
- El rol del punto en los números escritos, ya que muchos alumnos consideran que con
la presencia del punto alcanza para que un número sea, por ejemplo, de los miles.