La expresión “ortografía literal” alude a las letras que integran convencionalmente las palabras escritas. Tal como la mayoría de los docentes habrá comprobado, se trata de un tema muy complejo como objeto de enseñanza y de aprendizaje. Durante muchos años se consideró que enseñar ortografía literal se resolvía enseñando las reglas correspondientes a cada letra: de hecho, en los libros y manuales este tema siempre está organizado alrededor del uso correcto de algunas que se consideran “difíciles”.
Más allá de que la mayoría de esas reglas tienen muchísimas excepciones, esta estrategia didáctica es insuficiente por una razón muy simple: más del 50% de las posibilidades de error que presenta cualquier texto en castellano no responde a dichas reglas. Se trata de palabras que se escriben de esa manera por razones etimológicas y que solo comparten su escritura convencional con otras pocas, pertenecientes a la misma familia léxica. La heterogeneidad de las razones por las cuales las palabras se escriben de determinada manera y no de otra nos conduce a pensar que las estrategias que se deberán poner en juego para abarcar la correcta escritura de todas las palabras también deberán ser variadas.
Para agrupar los diferentes tipos de convenciones vinculadas con el uso de las letras en la ortografía del castellano, se ha adaptado una propuesta que Miriam Lemle elaboró para el portugués y que ha permitido intervenir con mayor pertinencia en la enseñanza. Estas convenciones son las que definen, en caso de que haya más de una letra posible para la escritura de una palabra (B/V; Y/LL; S/C/Z; etcétera), cuál es la
adecuada. En este documento esas convenciones están clasificadas en tres grupos y se las denominan:
posicionales, morfológicas y particulares.
- En las convenciones posicionales, la norma ortográfica determina el uso de algunas letras en virtud de su posición en la palabra. Por ejemplo, el uso de M antes de P y B; de N antes de V; de GUE y GUI si la G suena suave; de B (y no V) antes de cualquier consonante; el uso de B en todas las palabras que comiencen con BU, BUS, BUR; de R al comienzo de palabras (“roca”) pero RR si está entre vocales y debe sonar igualmente fuerte (“carro”); QUE/QUI, etc.
- Las convenciones morfológicas toman en consideración –además de la posición de las letras– las clases de palabras y las relaciones léxicas (por ejemplo, prefijos y sufijos; terminaciones verbales como ABA, finalización IVO/IVA de los adjetivos, etcétera). Se incluyen en esta categoría las familias de palabras.
- Finalmente, existen las convenciones particulares que, como se comentó antes, cubren más de la mitad de las posibilidades de error que se presentan en el léxico del castellano: en estos casos la escritura es específica para cada palabra particular dependiendo de razones etimológicas. Entran en esta categoría aquellas situaciones donde la ortografía refleja diferenciaciones semánticas, como es el caso de las palabras homófonas no homógrafas (parónimos).
Es difícil establecer un orden preciso para el trabajo con las diferentes convenciones, sin embargo existe un criterio global que pasa por empezar a trabajar con aquellas reglas que resuelven un número amplio de problemas y que no tienen excepciones.
La progresión que aquí se plantea toma en consideración cierto nivel de complejidad creciente relacionada con aspectos gramaticales (por ejemplo, clases de palabras) e incluye algunos ejemplos de reglas ortográficas. Pero a su vez, cada docente definirá qué convenciones ortográficas pueden resultar particularmente adecuadas para trabajar según las temáticas que esté abordando en clase con los alumnos. Por ejemplo, si se está trabajando en Ciencias Naturales con la alimentación de los animales, resulta adecuado en ese momento ofrecer a los alumnos la regla ortográfica sobre la terminación ÍVORO/ÍVORA. Por otra parte, también deberá ir tomando decisiones acerca del orden de presentación de palabras de uso frecuente cuya escritura no responde a reglas. Cabe consignar que no todos los alumnos van a llegar al nivel III al finalizar el segundo ciclo. Hay niños que tienen muy buena ortografía literal desde grados muy tempranos y otros que no. Hasta el presente las investigaciones no han logrado detectar cuál es la razón para que esto suceda (no parece correlacionar directamente con aspectos que tradicionalmente se consideraron factores determinantes, por ejemplo, el nivel de atención de los alumnos o la frecuencia de sus lecturas). Su avance dependerá año a año del nivel con el que ingresan a 4° grado y del trabajo didáctico que compartan con sus docentes para reflexionar sobre este contenido tan complejo. La enseñanza sistemática es crucial para ayudar a avanzar a aquellos alumnos que no cuentan con lo que provisoriamente puede denominarse “intuición ortográfica”.
Esta progresión no contempla otros indicadores importantes del avance ortográfico de los niños. Los aspectos seleccionados son aquellos que el docente puede evaluar con una actividad sencilla susceptible de aplicar en una pausa evaluativa. No obstante, es importante señalar que hay muchos otros datos que el docente puede ir tomando en cuenta para cerciorarse de los avances de sus alumnos: las estrategias que ponen en juego cuando tienen dudas ortográficas, cómo van corrigiendo la ortografía de sus producciones considerándola parte de sus quehaceres como escritores, los intercambios con sus compañeros cuando trabajan en parejas o en grupos, etc.
ORTOGRAFÍA LITERAL |
Nivel I |
Nivel II |
Nivel III |
Respeta algunas convenciones posicionales y particulares de uso frecuente. |
Respeta la mayoría de las convenciones posicionales y particulares de uso frecuente. |
Respeta todas las convenciones posicionales y la mayoría de las particulares aunque no sean de uso frecuente. |
Incorpora algunas convenciones morfológicas relacionadas con las familias de palabras; el plural de las palabras terminadas en Z; ABA en el pretérito imperfecto de los verbos terminados en AR, etc. |
Incorpora otras convenciones morfológicas vinculadas con diferentes clases de palabras. Por ejemplo, el uso de V en los adjetivos calificativos terminados en IVO/IVA; el uso de S en superlativos terminados en ÍSIMO/ ÍSIMA; el uso de C en los diminutivos terminados en CITO/CITA, etc. |
Incorpora otras convenciones morfológicas vinculadas con distintas clases de palabras, por ejemplo, el uso de Z en terminaciones de sustantivos abstractos: EZA (belleza), EZ (vejez), ANZA (confianza). |
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Respeta la ortografía de algunos prefijos de uso frecuente, por ejemplo, BI (dos), VICE (jerárquicamente por debajo de), GEO (tierra), HIDRO (agua), etc. |