Matemática

A continuación, se presentan las progresiones de los aprendizajes esperados para el área de Matemática durante el primer ciclo. El sentido central de este documento es aportar ideas para orientar la enseñanza, teniendo en cuenta la diversidad de conocimientos relativos a los contenidos matemáticos que los alumnos van construyendo en su escolaridad y el largo plazo que implican esos procesos de construcción. Identificar una diversidad de esos conocimientos y jerarquizarlos permite tomar decisiones sobre la enseñanza, tanto a nivel grupal como individual.

Cada grupo de contenidos se presenta en diferentes niveles de progreso. Una primera aclaración necesaria es que no se espera que los alumnos avancen de nivel solamente por el paso del tiempo, el cambio de grado o cierta evolución “natural”. Por el contrario, son las condiciones de enseñanza sistemática, intencional, prolongada y explícita las que les permiten ir progresando en los niveles de apropiación de los contenidos. En este documento no se hace hincapié en los proyectos de enseñanza necesarios (dado que la vasta producción curricular da cuenta de esto), sino en los aprendizajes que se espera producir a partir de ellos. Los niveles son, necesariamente, cortes arbitrarios de un proceso, por eso no se espera que los niños se ubiquen precisamente en un nivel, sino que pueden estar también en tránsito de uno a otro. La progresión está pensada para orientar la interpretación de los conocimientos de los alumnos. Se espera que esta descripción sirva a la comprensión de los conocimientos de los que disponen y permita delinear recorridos posibles para la enseñanza. De ningún modo se pretende que los alumnos sean clasificados según este esquema propuesto. Es preciso explicitar también que los niveles no se corresponden con los grados (para el eje “Espacio, Geometría y Medida” se establecen dos niveles, y para “Numeración y operaciones” se establecen cuatro) ni fijan pautas para la promoción. Es muy importante señalar que un alumno puede estar en distintos niveles en relación con cada contenido y esto va a depender principalmente de la enseñanza y de las sucesivas oportunidades que ha tenido para enfrentarse a dicho contenido. Por supuesto, se asume que los puntos de partida de los alumnos, sus actitudes hacia la matemática, su vínculo con la escuela y el estudio y los puntos de llegada nunca son homogéneos en un grupo escolar, lo que implica que, frente a una misma secuencia de enseñanza, algunos habrán alcanzado un nivel y otros, otro diferente. Este material busca ser un punto de apoyo para la escuela y los maestros en su tarea de organizar y reorganizar las propuestas de trabajo específicas para todos los alumnos, con especial atención a aquellos que precisan nuevas intervenciones docentes para avanzar hacia los aprendizajes esperados.

Las progresiones permiten reconocer quiénes precisan nuevas oportunidades de aprendizaje, respecto de cuáles contenidos y alentar el diseño de situaciones de trabajo que superen la ilusión de que todos los alumnos de un mismo grado aprenden lo mismo al mismo tiempo. En este sentido, las progresiones permiten diagnosticar el estado de conocimientos de los diversos niños y organizar agrupamientos con alumnos de diferentes grados que tienen que aprender los mismos contenidos, diseñar dispositivos de reingreso para aquellos que hayan interrumpido su trayectoria escolar, proponer instancias de aceleración para alumnos con sobreedad, pensar y explorar acciones de integración o adecuación curricular, etc. Se espera que estas progresiones sean herramientas que se usen en la escuela para diseñar dispositivos específicos de enseñanza asentados en aquello que “sí saben los niños”, y no en “lo que les falta” o lo que “no saben”.

Para la elaboración de las progresiones, se ha realizado un recorte de algunos contenidos fundamentales de cada eje de contenidos presentes en el Diseño Curricular vigente de la jurisdicción y en línea de continuidad con la producción curricular del área y de la Ciudad desde 1992. Si bien en este documento se han priorizado aquellos contenidos que suelen reconocerse como centrales, la ausencia de otros no implica de ninguna manera la intención de que no sean enseñados. Simplemente se comunican algunas prioridades frente a otras posibles.

Las progresiones para Matemática en primer ciclo se presentan organizadas en torno a dos ejes:

  • Números y operaciones, que comprende una progresión para “Sistema de numeración”, una para “Suma y resta” y otra para “Multiplicación y división”. Estas dos últimas, a su vez, se componen de “Resolución de diversos tipos de problemas” y “Estrategias de cálculo”.

  • Espacio, geometría y medida, que comprende una progresión para “Espacio”, otra para “Geometría”, que incluye tanto figuras como cuerpos, y, por último, una progresión para “Medida”.

Al finalizar cada una de las progresiones, se proponen actividades que permiten relevar los aprendizajes alcanzados por los alumnos. Se trata de ejemplos de posibles situaciones problemáticas que permiten hacer una lectura e interpretación sobre los estados de conocimiento logrados por los niños en determinado momento del proceso.

Se ha ya mencionado que estas progresiones no implican niveles de desarrollo espontáneo ni habilidades o capacidades que evolucionan a partir del paso del tiempo, ni el único recorrido de aprendizaje posible. Se trata de aprendizajes escolares que solamente pueden lograrse a partir de la enseñanza sistemática y organizada. Es decir que, si la mayor parte de un grupo escolar no se encuentra en un cierto nivel esperado, esa dificultad nos habla de la enseñanza y no del “nivel” de los alumnos. En otras palabras, estos aprendizajes se producen bajo ciertas condiciones didácticas.

Entre las condiciones didácticas, resulta central el rol del docente, quien selecciona y propone secuencias de problemas similares a lo largo de varias clases. En ellas, los alumnos resuelven por sus propios medios los problemas, usando diversos recursos. El maestro interactúa con los alumnos, organiza espacios para discutir y analizar estrategias de resolución y resultados obtenidos, explica, propone escrituras y formas de representación, favorece la identificación de relaciones y permanentemente ayuda a una progresiva toma de conciencia de aquello que espera que sea retenido para ser reutilizado en siguientes problemas.

Durante la enseñanza es importante generar espacios de debate e intercambio que beneficien a todos los alumnos. Para que estos espacios sean productivos, el docente registra las conclusiones y las nuevas estrategias en carteles o en el pizarrón y los alumnos en sus cuadernos, a fin de promover la disponibilidad de los nuevos recursos para su uso en los problemas siguientes.

Paralelamente, al interior de una secuencia didáctica, el docente genera momentos específicos para que algunos alumnos que han avanzado menos que sus compañeros tengan oportunidades de acercarse nuevamente a esos conocimientos. En este enfoque didáctico, es central diferenciar la producción colectiva de la individual. Los alumnos, individualmente, exploran formas de resolución de cada tipo de problemas, pero es en el ámbito colectivo que se dirimen las direcciones hacia las que conducir los esfuerzos. Lo colectivo alimenta lo individual y, en siguientes clases, el docente evoca los aprendizajes logrados y las nuevas herramientas para que todos las recuerden y vuelvan a usar, alentando permanentemente un ida y vuelta entre ambas aproximaciones. En las progresiones que se presentan, se parte de esta distinción y se promueve el reconocimiento de cuáles aprendizajes están en un nivel más exploratorio y grupal y de cuáles se espera que los alumnos puedan dar cuenta de manera personal y escrita.

Ahora bien, este pasaje del análisis y la resolución colectiva de cierto tipo de problemas a la resolución individual y escrita de un problema similar por parte de cada integrante del grupo no se realiza de manera directa. Nuevamente, cabe destacar la importancia de las interacciones con los pares y con el docente. En ese proceso, frente a algunos alumnos que inicialmente dicen “no sé”, “no puedo”, “no entiendo” o “no me sale”, son claves intervenciones tales como leerles el problema en voz alta, ayudarlos a identificar otro problema similar ya resuelto, proponerles uno parecido pero con menor nivel de complejidad para luego retomar el problema original, o incluso sugerirles alguna estrategia específica (“podés dibujar”, “fijate si haciendo las personas y los billetes te sale”, “podés hacer palitos”, etc.). Si bien en estos casos el alumno recibe cierta ayuda, tiene a su cargo una porción de responsabilidad. La ayuda no le resuelve el problema sino que funciona como un aliento para atreverse a proponer una solución o una estrategia, punto de partida para seguir produciendo.

Otra consideración merece el tratamiento de los errores que aparecen en las resoluciones de los alumnos. Desde la perspectiva didáctica adoptada, esos errores también nos informan sobre qué sabe un alumno. Muchos tienen una lógica que es posible develar, una razón de ser que implica una cierta idea o teoría errónea que es preciso revisar. Algunos son muy típicos, anticipables por los docentes y producidos simultáneamente por varios alumnos y por varios grupos escolares. También hay errores menos habituales, menos estudiados, que responden a lógicas infantiles que es relevante conocer. En todos los casos, cuando un error es importante, significativo, y no es una simple equivocación, merece ser analizado colectivamente para promover interacciones entre los alumnos que ayuden a todos a avanzar. Justificar por qué una solución es incorrecta, rechazar alguna idea equivocada, identificar alertas y cuidados a considerar en el tratamiento de un tipo de problemas implica, también, un progreso en los conocimientos.
En el trabajo cotidiano en el aula, observar el desempeño de los alumnos mientras resuelven los problemas que se les plantean y analizar el tipo de intervenciones y preguntas que hacen, los comentarios o explicaciones que pueden dar de su trabajo, dan indicadores para conocer qué saben. Sin embargo, se hace necesario también plantear momentos específicos de trabajo individual que permitan mirar más detenidamente la producción de cada uno. Esas instancias nos permiten reconocer qué es lo que ya pueden hacer solos y realizar interpretaciones sobre cuál es el estado de sus conocimientos respecto de cierto contenido. Esta información es central para poder determinar cómo continuar la tarea de enseñanza con el grupo y, además, planificar intervenciones particulares con algunos niños que así lo necesiten. En el desarrollo del material, para cada uno de los ejes establecidos se incluyen ejemplos de problemas que podrían ser útiles a la hora de recabar información sobre el estado de conocimientos de los alumnos. Se trata de situaciones que permiten diagnosticar lo que han logrado aprender sobre algunos contenidos de enseñanza y algunas orientaciones para tomar decisiones acerca de cómo continuar el trabajo con el grupo en general y con cada uno de los alumnos en particular.

Es necesario que para el diseño de las evaluaciones se considere qué contenidos y tipos de tareas han sido objeto de enseñanza. Las actividades elegidas para evaluar deben implicar una tarea similar a las realizadas en clase. Es importante señalar que, en el trabajo en Matemática, no solo se pone a disposición de los alumnos contenidos del área, sino también formas de trabajo, tipos de prácticas. El sentido de los conceptos para ellos está dado por el tipo de prácticas que se despliegan a propósito de ese concepto matemático. Por ejemplo, si se trabajó con cálculos mentales en actividades que apuntan a que se resuelvan cálculos, no sería adecuado presentar por primera vez en una evaluación un problema en el que se deba analizar resoluciones de cálculo hechas por otros y decidir si son correctas o no, porque implica para los niños encarar una tarea muy diferente y nueva. No es lo mismo trabajar solo sobre “resolver cálculos”, que trabajar además sobre “analizar y marcar errores”, o “resolver y explicar cómo se resolvió”.

Para poder hacer una interpretación de lo que sabe un alumno a partir de sus producciones es necesario solicitarle que muestre la resolución que pensó, que registre de alguna manera el procedimiento llevado a cabo para la solución de cada problema y no solo la respuesta. Solamente así se tendrá la oportunidad de analizar los procedimientos usados y detectar las cuestiones centrales sobre las que hay que seguir trabajando. En ese sentido, es necesario volver a subrayar que el desempeño de cada uno dependerá, entre otras cuestiones, de su punto de partida y de la enseñanza sistemática que haya recibido. Son las condiciones de enseñanza sistemática, intencional, prolongada y explícita las que permiten a los alumnos ir progresando en los niveles de apropiación de los contenidos.

Ejes

Números y operaciones


Espacio, formas y medida