- El docente propone a los chicos revisar colectivamente un texto. A lo largo de
dos clases, trabajarán principalmente sobre algunos aspectos de la puntuación
del mismo.
Un grupo de tres alumnos de sexto grado escribió un cuento policial, al estilo
de los que ustedes están leyendo. Traje la primera parte para que trabajáramos
en la corrección de algunos problemas que tiene el texto.
Los alumnos se reúnen por parejas para leer el comienzo del cuento que encontrarán
en el Material para el alumno. El docente aclara: Van a encontrar
algunos problemas de puntuación sobre los que trabajaremos esta semana. La
ortografía fue corregida para que podamos concentrarnos en la puntuación.
Seguramente, los alumnos comenzarán por preguntarse quién es María Catalina,
cuyo nombre aparece en el título del cuento, qué relación tendrá con ella
la ambulancia que atraviesa el pueblo, cuál fue el error cometido hace varios
años, según parece, por el detective Abud…
A continuación, mientras los alumnos leen, el docente copia el texto en el pizarrón.
El caso de María Catalina
Un mal destino
Era el año 1992. En Entre Ríos a orillas del Paraná en Urdapilleta una ciudad bastante
pequeña vivía Carlos Abud, un hombre de unos 50 años, y era viudo y sin hijos, era
flaco y con aspecto de turco y le gustaba mucho su profesión a la que le había
dedicado los últimos veinte años.
Aquel miércoles se levantó temprano como casi todos los días y fue al barcito de la
esquina a desayunar antes de ir para la jefatura.
–Buenos días saludó Carlos. –Hola, qué tal, detective alguna novedad o sigue
persiguiendo a los mismos ladrones de ganado de toda a vida –respondió Julián el
encargado del bar repasando la mesita con un trapo de rejilla bastante sucio. Buena
observación Julián. En este pueblo no pasa nada respondió el detective.
–Le darán esta vez el traslado o será como las veces anteriores preguntó el mozo
mientras le servía sin consultarlo un cafecito bien cargado con una medialuna como
todas las mañanas.
El detective contestó mirando distraídamente por la ventana del bar. –Ya ves. Una
vez cometí una equivocación y me castigan por diez años. Las últimas palabras
del detective casi no se escucharon una sirena rompió el silencio de la mañana y la
ambulancia cruzó en rojo el único semáforo del pueblo y ni se detuvo en el cruce de
Hortiguera la calle principal con la ruta y un camión tuvo que frenar de golpe porque
a esa hora ya empezaban a pasar los primeros camiones.
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Este es el comienzo del texto “original”; como muchos de los que producen los alumnos
en la escuela, ofrece diversos temas de revisión y corrección posibles. La revisión
podría abordar todos los problemas que los alumnos están en condiciones de detectar
o que el maestro puede hacer observables por medio de una orientación sencilla. En
este caso, el texto que se ofrece para trabajar con los alumnos ha sido parcialmente
normalizado –se corrigió la ortografía, la tildación, se colocaron las mayúsculas y se
agregó alguna información faltante–. De este modo, se favorece una revisión focalizada,
que apunta a concentrarse, en primer lugar, en la puntuación. El docente podrá
adoptar el texto transcripto para esta actividad y, en otras situaciones de revisión focalizada,
podrá utilizar textos de sus alumnos realizando adaptaciones similares.
El docente advertirá que la revisión de este cuento da lugar a discutir acerca del punto
y aparte y punto y seguido; las comas; los dos puntos y la raya de diálogo; los signos de interrogación
y admiración… Algunos de estos temas recibirán un tratamiento un poco
más profundo y otros simplemente se discutirán hasta obtener una buena “versión
corregida” y serán retomados más adelante.
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- El maestro pide luego a los alumnos que discutan con un compañero si están
de acuerdo con los puntos y las comas que utilizaron los autores del cuento y que
justifiquen sus opiniones. Cuando los alumnos comienzan a hacerlo, va preguntando
si agregarían algunos signos, si sacarían otros o los cambiarían de lugar.
Por ejemplo: ¿Están de acuerdo con los puntos y aparte?, ¿cuántos pusieron los
autores?, ¿dónde?, ¿por qué creen que lo hicieron?
- El docente trata de hacer notar a los alumnos que el primero de los puntos y aparte
del texto se halla entre dos momentos diferentes del relato: la presentación y la descripción
del personaje –Carlos Abud– y el comienzo de la acción. Agrega que, cuando
se separan dos momentos de un relato, conviene emplear punto y aparte. Pregunta
luego: ¿Encontraron en el texto algún otro punto y aparte que indique lo mismo?
Es probable que los alumnos coincidan con los puntos y aparte colocados
en el texto y tal vez puedan observar que indican los distintos momentos del
diálogo entre los personajes: el saludo del detective, la respuesta de Julián, una
nueva intervención del detective… Sin embargo: ¿todas las veces que se presenta
o “se escucha” la voz de un personaje colocaron los autores punto y aparte?
Releyendo el texto, los alumnos podrán observar que no todas las intervenciones
directas de los personajes están separadas por punto y aparte. Resolverán por parejas
el tema y lo pondrán luego en común para comparar las distintas opiniones. Al releer,
probablemente señalen también la necesidad de separar el último párrafo donde
el narrador –y no los personajes– informan sobre la aparición de la ambulancia.
–Buenos días saludó Carlos. //
–Hola, qué tal, detective alguna novedad o sigue persiguiendo a los mismos
ladrones de ganado de toda la vida –respondió Julián el encargado del
bar repasando la mesita con un trapo rejilla bastante sucio. //
Buena observación Julián. En este pueblo no pasa nada respondió el detective. //
–Le dará esta vez el traslado o será como las veces anteriores preguntó el
mozo mientras le servía sin consultarlo un cafecito bien cargado con una
medialuna como todas las mañanas. //
El detective contestó mirando distraídamente por la ventana del bar.
–Ya ves. Una vez cometí una equivocación y me castigan por diez años. //
Las últimas palabras del detective casi no se escucharon una sirena rompió
el silencio de la mañana y la ambulancia…
Los alumnos van indicando sobre el texto, con algún color destacado, las correcciones
que se consideran necesarias.
- Luego el maestro propone: Ahora vamos a tratar de descubrir si faltan otros signos.
¿Dónde comienza a hablar cada personaje?, ¿cómo nos damos cuenta de dónde
comienzan sus palabras?, ¿cómo hacemos para que otros lectores se den cuenta,
cómo se indica qué es lo que cada uno dice?
–Buenos días saludó Carlos.
Buena observación Julián. En este pueblo no pasa nada respondió el detective.
Tal vez, algunos señalen que falta colocar la raya para delimitar las palabras del
personaje. Si no tienen esta información, el maestro la ofrecerá.
–Buenos días –saludó Carlos.
–Buena observación Julián. En este pueblo no pasa nada –respondió el detective.
Si los alumnos no lo advierten, el docente puede hacer notar la necesidad de
emplear los dos puntos en uno de los casos en que el narrador introduce la
voz del personaje:
El detective contestó mirando distraídamente por la ventana del bar:
–Ya ves. Una vez cometí una equivocación…
- A continuación propone detenerse en el contenido de las palabras de cada
personaje para discutir distintos aspectos: El personaje, ¿afirma, pregunta, exclama,
dice…? Analicen un poquito las palabras del detective y las de Julián y
vean si no se puede corregir algo.
Por ejemplo:
–¿Le darán esta vez el traslado o será como las veces anteriores? –preguntó
el mozo…
–¡Hola! ¿Qué tal, detective? ¿Alguna novedad?, ¿o sigue persiguiendo a los
mismos ladrones de ganado de toda la vida? –respondió Julián…
- El maestro puede proponer también a los chicos que observen el empleo de
las comas.
Por ejemplo, los autores emplearon correctamente coma en este caso:
–¿Qué tal, detective?
¿Encontraron en el texto otros casos similares en los que la coma debería haberse
empleado? ¿Pueden explicar este caso del uso de la coma?
–Buena observación, Julián.
En estos casos, vemos que se emplea coma entre las palabras que el personaje
le dirige a su interlocutor y el nombre de este o la expresión por la que lo llama.
El docente podrá comentar a los alumnos que cuando se llama o nombra
al interlocutor en medio de un diálogo, se dice que se emplea un vocativo,
palabra que se relaciona con otras que también significan nombrar, como invocar
(a los dioses, por ejemplo) o evocar.
El maestro puede ofrecer otros ejemplos:
–Hola, amigo, me alegro de verte.
–¡Mamá, alcanzame una toalla!
–Ana y Fernando, entreguen sus trabajos.
El docente pide a los autores que rastreen en el texto algún otro caso de empleo
de la coma. Donde los autores dicen, por ejemplo:
…en Urdapilleta vivía Carlos Abud, un hombre de unos 50 años,…
¿Qué indican estas comas?, ¿por qué les parece que los autores encierran entre comas
la expresión “un hombre de unos 50 años”?
Es probable que los alumnos señalen que se trata de una explicación. Ellos
mismos, cuando trabajaron sobre Robin Hood, en 4°/5°, recurrieron a explicaciones
similares, encerrándolas entre comas: Robin Hood, el valiente
sajón,… o Tuck, el fraile amigo de Robin,…
¿Encontramos en el texto algunas otras explicaciones? En este caso, los autores explican
quién es el detective, ¿encuentran otros ejemplos?, ¿recordaron los autores
colocar las comas?
…en Urdapilleta, una ciudad bastante pequeña, vivía…
…no se detuvo en el cruce de Hortiguera, la calle principal, con la ruta…
…Julián, el encargado del bar,…
Los alumnos pueden registrar por escrito los dos casos del uso de la coma
sobre los que estuvieron trabajando (el vocativo va entre comas / se encierran
entre comas las expresiones explicativas) y agregar otros que recuerden (se
emplea coma en las enumeraciones, por ejemplo).
- El docente propone a los alumnos agruparse de a tres o cuatro. En grupos,
releen el texto y, posteriormente, unos se concentran en tratar de mejorar el
primer párrafo y otros en pensar qué modificaciones podrían hacerse en el párrafo
final.
En ambos casos, el maestro necesitará acercarse a los grupos, releer con los
alumnos y hacer notar algunas expresiones poco claras o reiterativas, o subrayar
la necesidad de incluir puntos o comas.
Por ejemplo:
Era el año 1992. En Entre Ríos, a orillas del Paraná, en Urdapilleta, una
ciudad bastante pequeña, vivía Carlos Abud, un hombre de unos 50 años,
viudo y sin hijos, Abud era flaco y con aspecto de turco. Le gustaba mucho
su profesión a la que le había dedicado los últimos veinte años.
Las últimas palabras del detective casi no se escucharon. Una sirena rompió
el silencio de la mañana y la ambulancia cruzó en rojo el único semáforo
del pueblo y ni se detuvo en el cruce de Hortiguera, la calle principal,
con la ruta. Un camión tuvo que frenar de golpe (a esa hora ya empezaban
a pasar los primeros camiones).
Cuando los grupos llegan a un acuerdo en cuanto a las modificaciones o los
agregados que es posible introducir en los párrafos, los ponen en común.