Condiciones didácticas

Primer ciclo


Se ha ya mencionado que estas progresiones no implican niveles de desarrollo espontáneo ni habilidades o capacidades que evolucionan a partir del paso del tiempo, ni el único recorrido de aprendizaje posible. Se trata de aprendizajes escolares que solamente pueden lograrse a partir de la enseñanza sistemática y organizada. Es decir que, si la mayor parte de un grupo escolar no se encuentra en un cierto nivel esperado, esa dificultad nos habla de la enseñanza y no del “nivel” de los alumnos. En otras palabras, estos aprendizajes se producen bajo ciertas condiciones didácticas.

Entre las condiciones didácticas, resulta central el rol del docente, quien selecciona y propone secuencias de problemas similares a lo largo de varias clases. En ellas, los alumnos resuelven por sus propios medios los problemas, usando diversos recursos. El maestro interactúa con los alumnos, organiza espacios para discutir y analizar estrategias de resolución y resultados obtenidos, explica, propone escrituras y formas de representación, favorece la identificación de relaciones y permanentemente ayuda a una progresiva toma de conciencia de aquello que espera que sea retenido para ser reutilizado en siguientes problemas.

Durante la enseñanza es importante generar espacios de debate e intercambio que beneficien a todos los alumnos. Para que estos espacios sean productivos, el docente registra las conclusiones y las nuevas estrategias en carteles o en el pizarrón y los alumnos en sus cuadernos, a fin de promover la disponibilidad de los nuevos recursos para su uso en los problemas siguientes.

Paralelamente, al interior de una secuencia didáctica, el docente genera momentos específicos para que algunos alumnos que han avanzado menos que sus compañeros tengan oportunidades de acercarse nuevamente a esos conocimientos. En este enfoque didáctico, es central diferenciar la producción colectiva de la individual. Los alumnos, individualmente, exploran formas de resolución de cada tipo de problemas, pero es en el ámbito colectivo que se dirimen las direcciones hacia las que conducir los esfuerzos. Lo colectivo alimenta lo individual y, en siguientes clases, el docente evoca los aprendizajes logrados y las nuevas herramientas para que todos las recuerden y vuelvan a usar, alentando permanentemente un ida y vuelta entre ambas aproximaciones. En las progresiones que se presentan, se parte de esta distinción y se promueve el reconocimiento de cuáles aprendizajes están en un nivel más exploratorio y grupal y de cuáles se espera que los alumnos puedan dar cuenta de manera personal y escrita.

Ahora bien, este pasaje del análisis y la resolución colectiva de cierto tipo de problemas a la resolución individual y escrita de un problema similar por parte de cada integrante del grupo no se realiza de manera directa. Nuevamente, cabe destacar la importancia de las interacciones con los pares y con el docente. En ese proceso, frente a algunos alumnos que inicialmente dicen “no sé”, “no puedo”, “no entiendo” o “no me sale”, son claves intervenciones tales como leerles el problema en voz alta, ayudarlos a identificar otro problema similar ya resuelto, proponerles uno parecido pero con menor nivel de complejidad para luego retomar el problema original, o incluso sugerirles alguna estrategia específica (“podés dibujar”, “fijate si haciendo las personas y los billetes te sale”, “podés hacer palitos”, etc.). Si bien en estos casos el alumno recibe cierta ayuda, tiene a su cargo una porción de responsabilidad. La ayuda no le resuelve el problema sino que funciona como un aliento para atreverse a proponer una solución o una estrategia, punto de partida para seguir produciendo.

Otra consideración merece el tratamiento de los errores que aparecen en las resoluciones de los alumnos. Desde la perspectiva didáctica adoptada, esos errores también nos informan sobre qué sabe un alumno. Muchos tienen una lógica que es posible develar, una razón de ser que implica una cierta idea o teoría errónea que es preciso revisar. Algunos son muy típicos, anticipables por los docentes y producidos simultáneamente por varios alumnos y por varios grupos escolares. También hay errores menos habituales, menos estudiados, que responden a lógicas infantiles que es relevante conocer. En todos los casos, cuando un error es importante, significativo, y no es una simple equivocación, merece ser analizado colectivamente para promover interacciones entre los alumnos que ayuden a todos a avanzar. Justificar por qué una solución es incorrecta, rechazar alguna idea equivocada, identificar alertas y cuidados a considerar en el tratamiento de un tipo de problemas implica, también, un progreso en los conocimientos.

¿Qué observar para recabar información sobre los aprendizajes de los alumnos?


En el trabajo cotidiano en el aula, observar el desempeño de los alumnos mientras resuelven los problemas que se les plantean y analizar el tipo de intervenciones y preguntas que hacen, los comentarios o explicaciones que pueden dar de su trabajo, dan indicadores para conocer qué saben. Sin embargo, se hace necesario también plantear momentos específicos de trabajo individual que permitan mirar más detenidamente la producción de cada uno. Esas instancias nos permiten reconocer qué es lo que ya pueden hacer solos y realizar interpretaciones sobre cuál es el estado de sus conocimientos respecto de cierto contenido. Esta información es central para poder determinar cómo continuar la tarea de enseñanza con el grupo y, además, planificar intervenciones particulares con algunos niños que así lo necesiten. En el desarrollo del material, para cada uno de los ejes establecidos se incluyen ejemplos de problemas que podrían ser útiles a la hora de recabar información sobre el estado de conocimientos de los alumnos. Se trata de situaciones que permiten diagnosticar lo que han logrado aprender sobre algunos contenidos de enseñanza y algunas orientaciones para tomar decisiones acerca de cómo continuar el trabajo con el grupo en general y con cada uno de los alumnos en particular.

Es necesario que para el diseño de las evaluaciones se considere qué contenidos y tipos de tareas han sido objeto de enseñanza. Las actividades elegidas para evaluar deben implicar una tarea similar a las realizadas en clase. Es importante señalar que, en el trabajo en Matemática, no solo se pone a disposición de los alumnos contenidos del área, sino también formas de trabajo, tipos de prácticas. El sentido de los conceptos para ellos está dado por el tipo de prácticas que se despliegan a propósito de ese concepto matemático. Por ejemplo, si se trabajó con cálculos mentales en actividades que apuntan a que se resuelvan cálculos, no sería adecuado presentar por primera vez en una evaluación un problema en el que se deba analizar resoluciones de cálculo hechas por otros y decidir si son correctas o no, porque implica para los niños encarar una tarea muy diferente y nueva. No es lo mismo trabajar solo sobre “resolver cálculos”, que trabajar además sobre “analizar y marcar errores”, o “resolver y explicar cómo se resolvió”.

Para poder hacer una interpretación de lo que sabe un alumno a partir de sus producciones es necesario solicitarle que muestre la resolución que pensó, que registre de alguna manera el procedimiento llevado a cabo para la solución de cada problema y no solo la respuesta. Solamente así se tendrá la oportunidad de analizar los procedimientos usados y detectar las cuestiones centrales sobre las que hay que seguir trabajando. En ese sentido, es necesario volver a subrayar que el desempeño de cada uno dependerá, entre otras cuestiones, de su punto de partida y de la enseñanza sistemática que haya recibido. Son las condiciones de enseñanza sistemática, intencional, prolongada y explícita las que permiten a los alumnos ir progresando en los niveles de apropiación de los contenidos.
Las progresiones de los aprendizajes que se describen en este documento están necesariamente relacionadas con las posibilidades que los alumnos tengan de participar de manera sistemática en actos de lectura y escritura, así como de vincularse con diferentes materiales escritos. Muchos niños cuentan con este tipo de experiencias fuera de la escuela pero muchos otros no. Para que todos avancen en sus aprendizajes es fundamental la planificación de la enseñanza centrada en las prácticas sociales de la lectura y la escritura.

Al planificar la enseñanza es necesario incluir:

  • Diversas modalidades de organización de las actividades que han resultado exitosas: situaciones habituales, proyectos de trabajo –de producción de textos que tendrán un destinatario real– y secuencias de lectura y escritura.

  • Las cuatro situaciones didácticas fundamentales, mencionadas en la Introducción, desplegadas a lo largo de todo el primer ciclo para que los alumnos puedan avanzar en sus prácticas como lectores y escritores: escritura a través del maestro; escritura de los niños por sí mismos; lectura a través del maestro; lectura de los niños por sí mismos.

  • La creación de un ambiente alfabetizador. En este sentido, es central el trabajo que se realice a partir de la biblioteca del aula. Asimismo, las paredes del aula sirven para colocar bancos de datos, agendas, listas de cuentos leídos y otros materiales que permiten a los alumnos lograr su autonomía cuando necesitan leer y/o escribir.

  • Por último, pero no menos importante, las intervenciones que los docentes ponen en juego con todos los alumnos en función de los conocimientos adquiridos pero, en particular, con quienes más ayuda necesiten.

Si se cumplen estas condiciones, es esperable la progresión en los aprendizajes que se describe en este material.

Segundo ciclo


Se ha mencionado que estas progresiones no implican niveles de desarrollo espontáneo ni habilidades o capacidades que evolucionan con el paso del tiempo, ni tampoco constituyen el único recorrido posible de aprendizaje. Se trata de aprendizajes escolares que solamente pueden lograrse a partir de la enseñanza sistemática y organizada. Es decir que, si la mayor parte de un grupo escolar no se encuentra en un cierto nivel esperado, esa dificultad nos habla de la enseñanza y no del “nivel” de los alumnos. En otras palabras, estos aprendizajes se producen bajo ciertas condiciones didácticas.

Entre las condiciones didácticas, resulta central el rol del docente, quien selecciona y propone secuencias de problemas similares a lo largo de varias clases. En ellas, los alumnos resuelven los problemas por sus propios medios usando diversos recursos. El maestro interactúa con los alumnos, organiza espacios para difundir y analizar estrategias de resolución y resultados obtenidos, explica, propone escrituras y formas de representación, favorece la identificación de relaciones y permanentemente ayuda a una progresiva toma de conciencia de aquello que espera que esté disponible para ser reutilizado en siguientes problemas. Al interior de una secuencia didáctica, será necesario generar momentos específicos para que algunos alumnos que han avanzado menos que sus compañeros tengan oportunidades de acercarse nuevamente a esos conocimientos.

Durante la enseñanza es importante propiciar espacios de debate e intercambio que beneficien a todos los alumnos. Para que estos espacios sean productivos, se requiere que el docente registre las conclusiones y las nuevas estrategias en carteles o en el pizarrón y los alumnos en sus cuadernos o carpetas, a fin de promover la disponibilidad de los nuevos recursos para su uso en los problemas siguientes.

En este enfoque didáctico, es central diferenciar la producción colectiva de la individual. Los alumnos, individualmente, exploran formas de resolución de cada tipo de problemas, pero es en el ámbito colectivo que se dirimen las direcciones hacia las que conducir los esfuerzos. Lo colectivo alimenta lo individual y, en siguientes clases, evocar los aprendizajes logrados y las nuevas herramientas permite que todos las recuerden y las vuelvan a usar, alentando permanentemente un ida y vuelta entre ambas aproximaciones. En las progresiones que se presentan, se parte de esta distinción y se promueve el reconocimiento de cuáles aprendizajes están en un nivel más exploratorio y grupal y de cuáles se espera que los alumnos puedan dar cuenta de manera personal y escrita.

Ahora bien, este pasaje del análisis y la resolución colectiva de cierto tipo de problemas a la resolución individual y escrita de un problema similar por parte de cada niño del grupo, no se realiza de manera directa. Nuevamente cabe destacar la importancia de las interacciones con los pares y con el docente. En ese proceso, frente a algunos alumnos que inicialmente dicen “no sé”, “no puedo”, “no entiendo”, “no me sale”, son claves algunas intervenciones tales como leerles el problema en voz alta, ayudarlos a buscar en su cuaderno o carpeta si se parece a otro problema ya resuelto, proponerles uno parecido pero con menor nivel de complejidad para luego retomar el problema original, o incluso sugerirles alguna estrategia específica (Podés dibujar. ¿Te servirá hacer una recta numérica? Fijate si te conviene agrupar los números para sumar más rápido. Pensar cuántos cuartos entran en el entero, ¿te sirve para este problema?, etcétera). Si bien en estos casos el alumno recibe cierta ayuda, tiene a su cargo una porción de responsabilidad. La ayuda no le resuelve el problema, sino que funciona como un aliento para atreverse a proponer una solución o una estrategia, punto de partida para seguir produciendo.

Otra consideración merece el tratamiento de los errores que aparecen en las resoluciones de los alumnos. Desde la perspectiva didáctica adoptada, esos errores también nos informan sobre qué sabe un alumno. Muchos tienen una lógica que es posible develar, una razón de ser que implica una cierta idea o teoría errónea que es preciso revisar. Algunos son muy típicos, anticipables por los docentes y producidos simultáneamente por varios alumnos y por varios grupos escolares. También hay errores menos habituales, menos estudiados, que responden a lógicas infantiles que es importante conocer. En todos los casos, cuando un error es importante, significativo, y no es una simple equivocación, merece ser analizado colectivamente para promover interacciones entre los alumnos que ayuden a todos a avanzar. Justificar por qué una solución es incorrecta, rechazar alguna idea equivocada, identificar alertas y cuidados a considerar en el tratamiento de un tipo de problemas implica, también, un progreso en los conocimientos.

Una última consideración: este documento necesita ser complementado con la lectura del documento Progresiones de los aprendizajes. Primer ciclo. Matemática. El hecho de que un niño curse grados del segundo ciclo, no asegura que se haya apropiado de todos los conocimientos esperados para los grados anteriores. Como ya se ha dicho, para favorecer los avances en los aprendizajes de los niños, es necesario primero conocer cuáles son los conocimientos de los que disponen para decidir las intervenciones de enseñanza. En muchas situaciones es posible que resulte necesario volver a considerar aquellos niveles de progreso planteados para el primer ciclo. Por esa razón, en el caso de contenidos que tienen también presencia en el primer ciclo, se ha agregado a la tabla una primera columna en la que se presentan aprendizajes correspondientes a los últimos niveles del primer ciclo.

¿Qué observar para recabar información sobre los aprendizajes de los alumnos?


En el trabajo cotidiano en el aula, observar el desempeño de los alumnos mientras resuelven los problemas que se les plantean y analizar el tipo de intervenciones y preguntas que hacen, los comentarios o las explicaciones que pueden dar de su trabajo, dan indicadores para conocer qué saben. Sin embargo, se hace necesario también plantear momentos específicos de trabajo individual que permitan mirar más detenidamente la producción de cada uno. Esas instancias nos permiten reconocer qué es lo que ya pueden hacer solos y realizar interpretaciones sobre cuál es el estado de sus conocimientos respecto de cierto contenido. Esta información es central para poder determinar cómo continuar la tarea de enseñanza con el grupo, y además, planificar intervenciones particulares con algunos niños que así lo necesiten. En el desarrollo del material, para cada uno de los ejes establecidos, se incluyen algunos ejemplos de problemas que podrían ser útiles a la hora de recabar información sobre el estado de conocimientos de los alumnos. Se trata de situaciones que permiten diagnosticar lo que han logrado aprender sobre algunos contenidos de enseñanza y algunas orientaciones para tomar decisiones acerca de cómo continuar el trabajo con el grupo en general y con cada uno de los alumnos en particular.

Es necesario que para el diseño de las evaluaciones se considere qué contenidos y tipos de tareas han sido objeto de enseñanza. Las actividades elegidas para evaluar deben implicar una tarea similar a las realizadas en clase. Es importante señalar que, en el trabajo en Matemática, no solo estamos poniendo a disposición de los niños contenidos del área, sino también formas de trabajo, tipos de prácticas. El sentido de los conceptos para los alumnos está dado por el tipo de prácticas que se despliegan a propósito de ese concepto matemático. Por ejemplo, si se trabajó con cálculos mentales en actividades que apuntan a que se resuelvan cálculos, no sería adecuado presentar por primera vez en una evaluación un problema en el que se deba analizar resoluciones de cálculo hechas por otros y decidir si son correctas o no, porque implica para los niños encarar una tarea muy diferente y nueva. No es lo mismo trabajar solo sobre “resolver cálculos”, que trabajar además sobre “analizar y marcar errores” o “resolver y explicar cómo se resolvió”.

Para poder hacer una interpretación de lo que sabe un niño a partir de sus producciones, es necesario solicitarle que muestre la resolución que pensó, que registre de alguna manera el procedimiento llevado a cabo para la solución de cada problema y no solo la respuesta. Solamente así se tendrá la oportunidad de analizar los procedimientos usados y detectar las cuestiones centrales sobre las que hay que seguir trabajando. En ese sentido, es necesario volver a subrayar que el desempeño de cada alumno dependerá, entre otras cuestiones, de su punto de partida y de la enseñanza sistemática que haya recibido.

En el segundo ciclo se espera una gran diversidad de aprendizajes complejos. Por ejemplo, que los niños construyan nuevos sentidos de las operaciones básicas, no solo en cuanto a la amplitud y la diversidad del campo de problemas, sino también en el abordaje de esas operaciones en otros campos numéricos. Se complejiza asimismo el tipo de tarea esperada, por ejemplo, formular propiedades para argumentar sobre la validez, utilizar escrituras matemáticas para expresar relaciones, etcétera. Es por ello que las actividades para relevar aprendizajes que se presentan toman solo algunos de estos aspectos, sin pretensión de exhaustividad.
Las progresiones de los aprendizajes que se describen en este documento están necesariamente relacionadas con las posibilidades que los alumnos tengan de participar de manera sistemática en actos de lectura y de escritura, así como de vincularse con diferentes materiales escritos. Muchos niños cuentan con este tipo de experiencias fuera de la escuela, pero muchos otros no. Para que todos avancen en sus aprendizajes es fundamental la planificación de la enseñanza centrada en las prácticas sociales de la lectura y la escritura.

Al planificar la enseñanza es necesario incluir:

  • Diversas modalidades de organización de las actividades que han resultado exitosas: situaciones habituales, proyectos de trabajo –de producción de textos que tendrán un destinatario real– y secuencias de lectura y escritura.

  • Las cuatro situaciones didácticas fundamentales, mencionadas en la introducción, desplegadas a lo largo de todo el segundo ciclo para que los alumnos puedan avanzar en sus prácticas como lectores y escritores: escritura a través del maestro; escritura de los niños por sí mismos; lectura a través del maestro; lectura de los niños por sí mismos.

  • La creación de un ambiente que favorezca la inclusión de los alumnos en la cultura escrita. Esto implica que se les brinde la posibilidad de participar cotidianamente en situaciones de escritura y de lectura en el ámbito escolar, así como de reflexión acerca de cuestiones enunciativas, textuales, ortográficas y gramaticales a lo largo de este ciclo. En este sentido, son importantes los criterios de continuidad y diversidad: continuidad de estas situaciones y diversidad respecto de los niveles en que los contenidos pueden ser abordados.

  • Por último, pero no menos importante, las intervenciones que los docentes ponen en juego con todos los alumnos en función de los conocimientos adquiridos, en particular, con quienes más lo necesiten.

Si se cumplen estas condiciones, son esperables las progresiones de los aprendizajes que se describen en este documento.